Carta del Papa Francisco a los Obispos ¿nada relevante?

En la carta del Papa hay un gran reconocimiento a los enviados por su labor de "escucha serena y empática", a la vez de manifestar que los había enviado a "escuchar desde el corazón y con humildad". Y he aquí un gran primer aspecto a rescatar, en que vemos un cambio en la actitud del Papa Francisco, que hasta ahora se había cerrado a escuchar otras opiniones diferentes a la que le estaban entregando.

Jueves 12 de abril de 2018 | Rafael Mascayano

Una amiga, muy querida, me decía que la carta del Papa Francisco a los Obispos "no decía nada relevante para las víctimas y que no había condenas para los culpables".

Y a simple vista pareciera que es así, sin embargo creo que podemos mirar más profundamente las palabras del Papa y descubriremos que contiene una gran profundidad.

En primer lugar hay un gran reconocimiento a los enviados por su labor de "escucha serena y empática", a la vez de manifestar que los había enviado a "escuchar desde el corazón y con humildad". Y he aquí un gran primer aspecto a rescatar, en que vemos un cambio en la actitud del Papa Francisco, que hasta ahora se había cerrado a escuchar otras opiniones diferentes a la que le estaban entregando, incluso respondiéndole en forma airada al Obispo Chomalí, cuando éste le dio su opinión al respecto del Obispo Barros.

En esta actitud de escucha atenta y desde el corazón, comenta Francisco que sus enviados "reconocieron ante mí haberse sentidos abrumados por el dolor de tantas víctimas de graves abusos de conciencia y de poder y, en particular, de los abusos sexuales cometidos por diversos consagrados de vuestro País, contra menores de edad, aquellos a los que se les negó a destiempo e incluso les robaron la inocencia".

Este dolor sentido y expresado directamente por sus enviados, lo conmuevetan fuertemente, que destaca y reconoce la actitud de las víctimas en esos encuentros tanto en Nueva York como en Santiago, llevándolo a agradecer "a los que con honestidad, valentía y sentido de Iglesia, solicitaron un encuentro con mis enviados y les mostraron las heridas de sus almas". "...con una madurez, respeto y amabilidad que sobrecogían".

De todo lo escuchado y leído, comenta fiel a su estilo, "Creo poder afirmar que todos los testimonios recogidos en ellas hablan en modo descarnado, sin aditivos ni edulcorantes, de muchas vidas crucificadas y les confieso que ello me causa dolor y vergüenza". Es la constatación de hechos reales, hechos que son delitos realizados por consagrados y que han crucificado a Cristo en personas concretas.

Y en la misma forma, nos dirá con sinceridad y crudeza, "En lo que a mí me toca, reconozco y así quiero que lo transmitan fielmente, que he incurrido en graves equivocaciones de valoración y percepción de la situación, especialmente por falta de información veraz y equilibrada. Ya desde ya pido perdón a todos aquellos que ofendí y espero poder hacerlo también personalmente, en las próximas semanas,..."

¿Cuántos de nosotros seríamos capaces de decir que hemos incurrido en equivocaciones y sin adornos?

¿Y las conclusiones?
Es aquí donde hay un paso fundamental en lo que es la conducción de Francisco en la Iglesia: Aunque tiene claridad de su opinión ("pienso convocarlos a Roma para dialogar las conclusiones de la mencionada visita y mis conclusiones"), le solicita a los Obispos "humildemente vuestra colaboración y asistencia en el discernimiento de las medidas que a corto, mediano y largo plazo deberán ser adoptadas para restablecer la comunión eclesial en Chile". No lo desea hacer solo y ¡vaya que lo podría realizar!, sin embargo desea darle relevancia a un discernimiento colegiado, no autoritario. Diríamos, en lenguaje del Padre Kentenich, quiero realizar este trabajo "con ustedes, no sin ustedes".

Y más aún, nos entrega la forma de realizar este discernimiento: "He pensado en dicho encuentro como un momento fraternal, sin prejuicios ni ideas preconcebidas, con el solo objetivo de hacer resplandecer la verdad en nuestras vidas". Aclarando a continuación que "Unidos a Cristo como los sarmientos a la vid, los invito a injertar en vuestra oración de los próximos días una magnanimidad que nos prepare para el próximo encuentro y que luego permita traducir en hechos concretos lo que habremos reflexionado".

Y nuestra conclusión, la urgencia y tarea que les da a los Obispos, también es nuestra tarea: "Poner a la Iglesia de Chile en estado de oración". Y con una intencionalidad clara: "Amemos en la verdad, pidamos la sabiduría del corazón y dejémonos convertir".

No son solo los Obispos quienes deberán tener esta misión, sino que nosotros como Familia de Schoenstatt, también debemos unirnos a esta solicitud del Papa Francisco, para que él y los Obispos puedan discernir lo mejor para nuestra Iglesia en Chile.

El dolor de las víctimas, también debe ser nuestro dolor, el dolor de nuestra Iglesia es nuestro dolor, el discernimiento de la Iglesia es nuestro discernimiento. Por eso, desde nuestros santuarios, ermitas y hogares santuarios, debemos colocarnos todos en "estado de oración", para que surjan hechos concretos de reparación y renovación de nuestra Iglesia en Chile.

 

Comentarios
Total comentarios: 1
12/04/2018 - 23:50:55  
Gracias Rafael. Wellcome back.
Saludos

John Hitchman
USA
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