¿Será tan padre el cielo?
¿Será tan padre el cielo? Porque lo que es la tierra ¡está bien padre! Con esta ingeniosa observación una sabia mexicana me interroga desde hace años. Recuerdo su voz llena de inquietud sobre el futuro de los futuros, y su preocupación: si esta tierra es así de buena ¿Será acaso el cielo tan excelente? Debo confesar que a primera vista la mujer no parecía tan afortunada, los problemas de diverso tipo no se demoraban en su vida, ni económicos, ni familiares, ni de salud. Sin embargo toda su presencia irradiaba seguridad y gozo, parecía decir por cada poro: ¡Viva la vida! ... ... Leer versión en Portugués Ler versão em Portugués Traducción por gentileza deUnwin Language Serviceswww.unwin.cl
| P. Enrique Grez, S. Sch. P. Enrique Grez, S. Sch.¿Será tan padre el cielo?
Porque lo que es la tierra ¡está bien padre!
Con esta ingeniosa observación una sabia mexicana me interroga desde hace años. Recuerdo su voz llena de inquietud sobre el futuro de los futuros, y su preocupación: si esta tierra es así de buena ¿Será acaso el cielo tan excelente? Debo confesar que a primera vista la mujer no parecía tan afortunada, los problemas de diverso tipo no se demoraban en su vida, ni económicos, ni familiares, ni de salud. Sin embargo toda su presencia irradiaba seguridad y gozo, parecía decir por cada poro: ¡Viva la vida! ... ...
La mirada al cielo que descubro en muchas personas está llena de inquietud, pero diversa a la de la mencionada mexicana. A veces parecemos estar impacientes por el cielo, porque de una vez por todas desaparecerá el dolor. Y es que los golpes de la vida nos invitan a través del sufrimiento a elevar la vista, a pedir misericordia, a desear ardientemente la perfección total que no hallamos aquí. Pero otra cosa es quedarse entonces con un desprecio por la condición pasajera de este mundo. No parece ser la actitud de Jesús cuando participa de fiestas, cenas festivas, conversaciones personales.
Creo firmemente que los cristianos experimentamos, por el bautismo, la muerte y la resurrección de Cristo en nuestro caminar terreno. Solemos tener muy claro lo primero cuando nos unimos a la pasión y cruz del Señor, pero a menudo dejamos para el futuro post-mortem la vivencia de la resurrección. Qué diferente se nos vuelve la vida cuando la descubrimos corta y plena, gozosa y llena de los signos de la gloria y el gozo del que está lleno de luz. Nuestra felicidad en esta tierra está marcada por la limitación, son los signos de la pasión en las huellas de los clavos que carga el resucitado, pero no por eso deja de ser VIDA con mayúsculas y negritas.
Cuando ayer trotaba por los senderos del cerro Ñielol, cargado de copihues otoñales, pensaba en lo corto que se me hacen los años para la cantidad de anhelos que tengo, para la cantidad de culturas en las que sueño servir, para la diversidad de materias que me gustaría estudiar, la variedad de cerros para subir y disciplinas manuales que estaría fascinado de aprender. Vivimos el cielo en la tierra cuando el corazón se esponja en acciones generosas y que forman parte de nuestro tesoro interior, ¿cómo lo irá a hacer el Padre de los cielos para acoger estas santas inquietudes en la vida eterna? Menudo problema se ha fabricado; seguro para él no es grande.
¿Será tan padre el cielo? Buena pregunta. Lo que está claro es que el Padre estará en el cielo, y eso es lo que hace de ese estado una maravilla. Ahí habitaremos para siempre en la gracia de la Pascua.
Padres Enrique Grez, S.Sch.
Mayo de 2011
Temuco, Chile
www.unwin.cl